El otoño es una de esas estaciones especiales en donde por una parte la vegetación se prepara para el invierno pero que sin embargo tiene aún una gran energía.
Por una parte es una de las estaciones más ricas que hay porque contiene toda la energía acumulada de la primavera y el verano. En los meses de otoño que son septiembre, octubre y noviembre hay una gran cantidad de frutos como resultado de esa energía así como muchas cosechas.
A la vez que se produce este hecho la energía disminuye de manera que la vegetación ralentiza su ritmo a la vez que se acorta la duración del día. Va ganando terreno la duración de la noche y así el comienzo de un pequeño letargo de vida.
Es un periodo a nivel personal de recapitulación y pensamiento en donde se puede hacer balance de todo lo acontecido en los meses anteriores.
Esta estación invita a meditar y pensar en nuestros nuevos propósitos tomando para nosotros un tiempo personal. Para apoyar este tipo de pensamiento y guía nos podemos ayudar de paseos por la naturaleza y también estar junto a personas que valoramos. Es una buena manera de iniciar o continuar la senda del crecimiento interior.
Es un tiempo muy adecuado para valorar lo que se ha logrado hasta el momento, pensar en aquello que no, y situarlo en el contexto de eso que definimos como nuestro propósito personal y misión de vida.
Pensar en ello de manera honesta y sincera nos va a dar mucha luz acerca de quiénes y qué somos.